Todos aquellos que tenemos contacto con niños, tengan problemas o no,
sabemos que ante determinadas circunstancias o situaciones, son
especialistas en conseguir que nuestros nervios afloren en algunos
momentos. Es completamente normal. Deja de ser normal cuando esos
momentos pasan de ser “algunos” a ser casi “continuos”, ésta es línea
que separa lo que es normal de lo que no lo es, la frecuencia y la
intensidad de los problemas.
Deberíamos ser capaces de concienciarnos de que son los
COMPORTAMIENTOS del Trastorno por Déficit de Atención con o sin
Hiperactividad (TDAH) y no los niños los que consiguen hacernos
estallar. La comprensión e interiorización de esta afirmación, que en
principio puede parecer irrelevante, es lo que marca la diferencia entre
poder ayudar al niño a superar sus dificultades o a mantenerlas e
incluso crearle otras como la indefensión aprendida, la ansiedad, la
depresión, la baja autoestima.
Y esto es así, porque estos comportamientos son la manifestación externa de un problema interno localizado en el cerebro.
Pensemos; ¿realmente disfrutan enfadando o haciendo daño a quienes les rodean?
Aunque en ocasiones pueda parecer que sí, la realidad es bien distinta.
Hagamos el esfuerzo de meternos en la piel de una personita con TDAH,
solo durante unas horas.
La cantidad de mensajes negativos que reciben a lo largo del día resulta
increíble y difícilmente soportable para la gran mayoría de nosotros.
- Antes de salir de casa, para ir al colegio: “siempre llegamos tarde
por tu culpa”, “¿todavía estás sin vestir? ¿no te da vergüenza? Tu
hermano ya está listo, ¿pero no ves que te has puesto el suéter al
revés?…” Aunque directamente no se lo digamos, ¿qué mensajes recibe?:
SOY LENTO, SOY PEOR QUE MI HERMANO, SOY TONTO.
- En el colegio, antes de entrar a clase: “¿es que siempre tienes que estar empujando, no ves que le has hecho daño?”: SOY MALO.
- Ya en clase: piden los deberes y no están en su mochila porque
olvidó guardarlos después de tres larguísimas horas sentado en casa
haciéndolos. Seguramente en esos momentos desearía desaparecer porque
sabe lo que le espera, no es la primera vez que le pasa, y no le van a
creer. “Y hoy, ¿qué excusa tienes? ¿seguro que la peonza no se te ha
olvidado, verdad?, castigado sin recreo y dame tu agenda…” Y lo peor de
todo…, en público. Reparten el examen corregido, ese que había
preparado con mamá y que se sabía tan bien, un 3.75, y también en
público. A estas alturas, ya no solo él, sus compañeros también lo
saben: ES MENTIROSO, VAGO, TORPE…
- En el recreo (si no está castigado): “Tú no juegas que nos ganan por
tu culpa”,” Tú no, que nunca pasas la pelota”, “Tú vete, que eres un
pegón”: SOY PATOSO, SOY MAL COMPAÑERO, SOY MALO, SOY…
Son solo las once de la mañana…y aún queda un largo día por delante. ¿Cómo nos sentiríamos? Destrozados y por los suelos.
Para poder ayudarles, debemos comprender y para poder comprender
debemos saber y entender que todos estos comportamientos son la
manifestación externa de una alteración en el funcionamiento cerebral.
En la última década, numerosos estudios han demostrado que hay
diversas áreas implicadas en el TDAH. Las más afectadas, a grandes
rasgos, son:
- Córtex Prefrontal, dividido en tres áreas, dorsolateral, orbital y medial. Encargado del Sistema Ejecutivo: cómo planificar una acción, iniciarla, controlar si se está haciendo bien o mal, darse cuenta de ello y corregir los errores, ver si se está siguiendo el plan, evitar distracciones, poder ser flexible si las circunstancias cambian y ser capaz de acabar la acción. Los niños con TDAH tienen un córtex prefrontal más pequeño y que funciona a un ritmo menor.
- Ganglios Basales. Conjunto de estructuras formada
por unos núcleos interconectados a través de un circuito cerebral. En
general, intervienen en varias funciones como el control motor,
emocional y funciones del Sistema Ejecutivo. Contribuyen a desconectar
las respuestas automáticas posibilitando que el córtex prefrontal
delibere con más detenimiento, y que se coordine o filtre la
información que llega de otras regiones del cerebro.
- Cíngulo Anterior. Es una estructura implicada en la
capacidad de gestionar los conflictos e integrar los procesos
inhibidores que necesitamos para regular nuestra conducta.
Por otro lado, se ha observado una insuficiente producción de dos
neurotransmisores (sustancias químicas cuyo objetivo es producir una
correcta comunicación entre las neuronas) como son:
- Dopamina. Nos ayuda a mantenernos preparados para
actuar, sin que nuestros pensamientos o el mundo exterior nos distraiga.
Se encarga de inhibir o modular la actividad neuronal que interviene en
la actividad motora, la motivación y la recompensa, el humor, la
atención, y el aprendizaje.
- Noradrenalina. Nos mantiene alerta y atentos. Se
encarga de crear un terreno favorable para la atención, aprendizaje,
sociabilidad y sensibilidad frente a las señales emocionales.
Ahora que sabemos que hay anomalías, tanto a nivel estructural como a
nivel bioquímico, podemos entender un poco mejor el por qué de los
comportamientos y la variabilidad de éstos en el tiempo, de las personas
con TDAH.
Un niño con miopía, ¿no ve bien porque no quiere?, ¿lo hace para
llevar gafas?, ¿le da igual si le llaman miope, cegato o gafotas?. Un
niño con TDAH ¿olvida los deberes porque quiere?, ¿lo hace para que le
pongan notas negativas en la agenda?, ¿le da igual si le llaman tonto,
vago o malo?
Sabemos que la miopía es una alteración del ojo que impide enfocar
correctamente objetos lejanos. Y como sabemos que esto es así y que no
es algo voluntario no culpabilizamos a la persona por ello.
Ahora ya sabemos que el TDAH es una alteración del cerebro que
impide, entre otras muchas cosas, enfocar correctamente la atención y
mantenerla en aquello que se debe inhibiendo los distractores. Y como
sabemos que esto es así y que no es algo voluntario, la próxima vez,
pensemos, tal vez “sus gafas” no estén bien reguladas o quizás,
demasiado empañadas.
En la mayoría de las ocasiones, no es que no sepan lo que hacen, sino
que no hacen lo que saben. Comprendámosles y enseñémosles a
autorregularse para que puedan ser los verdaderos dueños de sus
comportamientos y de sus vidas y hagan en cada momento lo que saben que
deben hacer.
Paqui Moreno, psicóloga y terapeuta en Red Cenit.